El sábado 24 de marzo realizamos nuestra tradicional excursión en un día precioso, primaveral en lo climatológico y excelente por el agradable ambiente que disfrutamos los miembros de la Real Hermandad.
Como es habitual partimos de dos lugares diferentes, un microbús desde Jaca, que recorrió las Altas Cinco Villas, y un autobús desde Zaragoza que atravesó las Bajas Cinco Villas. Ambos grupos nos encontramos en el primer destino, Uncastillo. En esta ocasión, un grupo de la Casa de Navarra y su presidenta, Rosa Mari, quisieron acompañarnos en este viaje.
Iniciamos la visita con el guía, Jorge, en la iglesia de Santa María del S. XII para pasar después a su claustro del S. XVI. Las cámaras estuvieron funcionando desde estos momentos y lo continuaron haciendo durante todo el día.
De allí fuimos paseando por la localidad hasta su ayuntamiento renacentista, del XVI con una espectacular fachada. En la calles, pudimos contemplar lo bien conservadas que están las casas y la perfección de las rehabilitaciones.
Nuestro viaje continuó hacia la parte alta de la villa, callejeando y observando detalles como la fachada de la Iglesia de San Andrés, hoy propiedad privada o los capiteles de la iglesia de San Lorenzo, colocados en la ventana de una casa particular.
La visita guiada finalizó en la iglesia de San Martín, hoy convertida en Centro de Arte religioso del Prepirineo, donde además de contemplar las obras allí expuestas nos pusieron una película sobre Uncastillo y sobre las iglesias de la zona.
Además, tuvimos la oportunidad de saludar a la alcaldesa, Gemma de Uña y de comprar recuerdos, la mayoría lamineros, como sus famosas tortas de anís y sus magdalenas.
Tras la visita a Uncastillo salimos hacia Leyre pasando por Sos, que algún año debe de ser destino de la Hermandad, viendo a lo lejos Valentuñana y Javier. Al llegar a Sangüesa, tomamos el desvío al monasterio y, al llegar a él, pudimos contemplar la majestuosidad del paisaje, con Yesa a sus pies.
El almuerzo fue en el Hotel Hospedería de Leyre, que esta situado dentro del conjunto de edificios del monasterio. Pudimos disfrutar de su comida casera en un salón rústico con buena luminosidad y bonitas vistas. Terminado el almuerzo, la mayoría optó por dar un paseo por los caminos de los alrededores dado que hacía un excelente día.
La visita al monasterio de San Salvador de Leyre, ocupado por benedictinos, comenzó en el exterior, en la plaza de los tres ábsides y desde allí contemplamos la torre cuadrangular, para pasar posteriormente a la cripta románica, consagrada en 1057, de tres naves y con un bosque de columnas desiguales con grandes capiteles.
De la cripta pasamos a la iglesia a través de unos pasillos desde los que se ve el túnel y la imagen de San Virila, un Abad de finales del S.X, que tuvo un sueño de 300 años y cuando despertó no había nadie conocido para él.
En la iglesia, de espectaculares dimensiones más propias de una basílica, empezamos la visita por la cabecera románica y seguimos por la bóveda gótica de catorce metros de anchura. Después de ver las capillas, terminamos en el pórtico de la fachada principal que es del S. XII y recuerda al de Platerias, donde se pueden seguir numerosas escenas de la Biblia. A las 19,30, asistimos a Vísperas, en las que participó la comunidad completa de monjes que santifican la tarde.
Así, disfrutamos en un ambiente de recogimiento, durante la media hora de duración, de sus rezos y recitaciones todas en latín y la mayoría cantadas en gregoriano. El abad actual, D. Juan Manuel Apesteguía, buen amigo y colaborador de la Hermandad, se sentó en la iglesia entre nosotros, explicándonos con detalle, cuestiones históricas y artísticas del monasterio.
Esta jornada tan especial finalizó con una foto del grupo de todos los excursionistas, con el Abad y otros monjes de la comunidad.